Por qué las creencias religiosas son limitantes.

Transcripción del episodio #14 del Podcast Empoderamiento Consciente, por Jazmín González. Todos los derechos reservados.

‘‘El adoctrinamiento social, través de la religión es tan poderoso que inhibe la sabiduría de tu Ser Superior para imponerte la creencia en aquello que únicamente es dogmáticamente aprobado, descartando por completo cualquier otra posibilidad de perspectiva sobre la vida y todo lo que esto implica.”

¡Hola! Mi nombre es Jazmín González y te doy la bienvenida a este espacio de Empoderamiento Consciente, en donde juntas reflexionamos sobre la Vida y sus diferentes elementos, desde una perspectiva más profunda, espiritual, consciente y empoderante.

En esta ocasión compartiré contigo una reflexión sobre el peligro que representan las creencias religiosas y haré énfasis especialmente en aquellas que acallan la sabiduría de tu Ser Superior y por lo tanto, son desempoderantes, porque anulan por completo cualquier probabilidad de que creamos de que somos seres puros, capaces y merecedores de manifestar una vida pacífica, plena, armoniosa y feliz, sino más bien, nos encasillan en la creencia de que necesitamos de alguien externo que venga a solucionar nuestros problemas e incluso a salvarnos y rescatarnos.

Esto podría resultar un tema muy sensible para muchas personas, en especial para las que son muy dogmáticas y resistentes al cambio, sin embargo, es vital realizar este proceso de introspección y depuración de creencias, si es que realmente deseas descubrir y activar tu poder personal.

Este tema considero que es muy importante de tratar y de reflexionar, porque las creencias son la base de toda nuestra vida, seamos o no conscientes de ello.

Cómo nos afectan las creencias.

Las creencias son las que nos mueven a actuar o no de cierta manera ante cada situación que se presenta cotidianamente, y más aún cuando pasamos por momentos duros como podrían ser un duelo, un mal momento económico, un mal estado de salud, una ruptura amorosa, entre otros.

Según el tipo de creencias que tengamos, así serán nuestras reacciones, juicios, opiniones, puntos de vistas y decisiones que tomemos ante cualquier eventualidad que se manifieste en nuestra realidad. Y las creencias religiosas juegan un papel muy importante porque la religión es la única práctica más cercana a la espiritualidad que la sociedad nos ha dejado como herencia, por lo tanto, en los momentos más difíciles, es cuando más acudimos y nos apoyamos en este tipo de creencias, porque no conocemos otra manera de conectarnos con nuestra espiritualidad ni conocemos otra forma de confiar en una solución que podría estar fuera de toda lógica racional, o es la única manera que conocemos de encontrar algún tipo de explicación que nos dé un poco de consuelo y tranquilidad, incluso, en muchas ocasiones, nuestro ser interior nos mueve a buscar prácticas espirituales para conectarnos con nuestra esencia divina, pero como la única forma de espiritualidad que conocemos es la religión, y que es social y masivamente aprobada, acudimos a ella.

El peligro de seguir las creencias religiosas.

Lo malo de esto es que, las creencias religiosas, en especial las que promueven la idea de un dios creador absoluto y que interviene en la humanidad tanto para castigar como para gratificar, es que despojan al ser humano de su dignidad, de su poder creador y niega por completo dicha capacidad, ya que para estas creencias religiosas, el único ser digno, posible de crear y transformar una realidad es este dios, que juzga constantemente a la humanidad, ya sea para premiar o para sancionar, según sus propias reglas, incluso, pensar lo contrario o cuestionarse esta idea ya es considerado una blasfemia y un pecado.

¿Te sientes con derecho a ser feliz o crees que debes estar en constante arrepentimiento para agradar a dios?, ¿te sientes obligada a dar vida humana, es decir, a reproducirte?, ¿crees que la pobreza o la enfermedad son agradables a dios?, ¿crees que con el sufrimiento expías tus pecados y acortas tu estadía en el purgatorio?, ¿crees en el karma?, ¿crees en el infierno?, ¿crees que yendo a una iglesia aseguras tu ingreso al cielo?, ¿crees en los ángeles?, ¿crees en los milagros como producto de un acto de un ser externo a ti?

Debemos tener en cuenta que la consciencia de la humanidad está constantemente en proceso evolutivo, y las razones por las cuales las creencias que pudimos haber heredado de la religión o que la justificaban, para la nueva era en la que actualmente vivimos, ya son completamente obsoletas, porque lo que era una verdad absoluta o la única forma de explicar ciertos eventos en el tiempo en que se crearon y se divulgaron esas creencias que han llegado hasta nosotros de forma masiva, hoy en día ya quedan totalmente desfasadas porque gracias a las investigaciones ya es posible comprobar que esas afirmaciones que nos aferraban a una religión son mentiras o malas interpretaciones.

Si nos ponemos a pensar con detenimiento cuáles son las creencias que adquirimos de la religión que profesamos o la que profesaron nuestros padres o ancestros o la que profesan la mayoría de las personas en la sociedad en la que vivimos, nos daremos cuenta que estas ponen al ser humano, tanto a la mujer como al varón, en un papel de seres inferiores, débiles, sucios, pecadores, con tendencias a hacer el mal, merecedores de castigo de nacimiento, que no pueden pensar por sí mismos ni elegir el bien por cuenta propia, razón por la cual debe ser dirigido, vigilado, castigado o recompensado por algún dios, y consciente o inconscientemente somos influenciados por estas formas de pensamientos, por más que hemos decidido no seguir el mismo camino religioso.

Y no solamente influyen en nuestros pensamientos, sino también en la elección de nuestro estilo de vida, por ejemplo: cómo nos vestimos, cómo nos alimentamos, qué profesiones elegimos, cómo nos relacionamos con el dinero y las posesiones materiales, cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo físico y el de los demás, cómo nos relacionamos con los órganos sexuales, cómo vivimos nuestra sexualidad, cómo nos vemos ante la función de la reproducción, cómo nos relacionamos con la naturaleza y los animales, y la lista sigue…

Las creencias religiosas son limitantes.

Estas creencias desempoderantes o limitantes salen a relucir especialmente cuando nos encontramos en situaciones límites, en donde es más conocido, cómodo o fácil pedir ayuda o intervención divina a un ser externo a nosotros, ya sea dios, virgen, ángeles, santos o cualquier otra entidad separada a nosotros, en lugar de hacernos responsables de nuestra vida y hacer uso de nuestro poder creador, que es la capacidad divina que habita en nosotros. Para la espiritualidad, lo que llamamos divinidad, dios, la fuente, el origen o cualquier otro nombre que haga referencia a ello, no se refiere a una persona o a un ser externo a nosotros, sino más bien, hace referencia a la energía creadora que ha originado la vida en su plenitud, y que la mueve y las sostiene y de la cual, nosotros y todos los seres del universo formamos parte.

El problema con creer que la divinidad o dios es un ser externo o separado a nosotros está en que al creer que alguien o algo más puede resolver un problema por nosotros, nos anulamos por completo y dejamos nuestra vida a merced de las circunstancias y de  otras fuerzas energéticas, ya que definitivamente ningún dios de ninguna religión ni nada externo a nosotros intervendrá, ya que somos nosotros mismos quienes consciente o inconscientemente creamos nuestra propia realidad, incluso aquellos acontecimientos a los que la sociedad llama como ‘milagros’, en realidad, es producto del poder creador de la persona, que sin saberlo, lo puso en acción, y que básicamente se trata de tener la certeza de que eso que anhela ya es un hecho, alineando de esta forma las creencias, los pensamientos,  las palabras y las emociones, para dar orden a la energía. Pero esta persona, desconociendo este poder suyo, lo relaciona a un dios o a un ser externo a ella, cuando en realidad, fue ella misma quien originó ese suceso inesperado. Y esto se podría aplicar tanto para esas cosas que se consideran como deseables o milagrosas, como para aquellas cosas que se consideran como desagradables o desgracias.

¿Y por qué es tan peligroso creer que existe un dios afuera como lo promueven las religiones? Porque te anula como ser co-creador de tu vida, te sumerge en la ignorancia de conocer esta capacidad intrínseca que tienes y, en consecuencia, eres fácilmente manipulable por cualquier agente exterior que te prometa una mejor condición de vida. Si tú sabes que el poder de manifestar cosas buenas y bellas está en ti, ¿cómo podrían manipularte, generarte miedo o generarte culpa? Serías completamente libre: libre para pensar y libre para actuar.

También están las personas que dicen que las religiones sirven para ‘controlar´ al ser humano y así evitar que comenta crímenes, pero la verdad es que el ser humano consciente, es decir, el ser humano que conoce su origen divino y su unicidad con esa fuente creadora de vida, que conoce y hace uso de su poder creador, simplemente no tendría la necesidad de hacer el mal a los demás, porque no tendría la sensación de competencia, no tendría envidia, celos o rivalidades, tampoco temería a la carencia ni a la pobreza ni a la enfermedad, porque ni siquiera serían una posibilidad en su vida y mucho menos temería a la muerte porque conocería su naturaleza inmortal como alma y como espíritu,  por lo tanto, actuaría completamente buscando el bien para sí mismo sin molestar ni dañar a los demás, porque no se sentiría amenazado ni atacado.

El ser humano, en lo más profundo, hace daño porque tiene miedo.

La religión es una manera de generar miedo y culpa, una estrategia utilizada por los antiguos gobernantes para manipular a su pueblo, y que se ha mantenido hasta el día de hoy.

Cómo afectan las creencias religiosas en la sociedad.

¿Te imaginas cómo sería tu vida si hubieses nacido en una familia y en una sociedad en donde se comunicaba abiertamente que los seres humanos tenemos una conexión inseparable con la fuente de energía pura creadora y que nosotros tenemos la capacidad de crear y manifestar la vida que deseamos, en armonía con los demás seres humanos y los demás seres del universo? ¿Crees que habría necesidad de robar al otro sus pertenencias? ¿Crees que habría posibilidad de creer en la enfermedad? ¿Crees que habría la necesidad de sentir envidia y celos de la vida de otras personas? ¿Crees que te sentirías culpable? ¿Crees que podría existir el miedo a la muerte? Posiblemente la historia hubiese sido completamente diferente.

Lastimosamente, estas creencias religiosas están muy arraigadas en las estructuras sociales, tanto en la cultura, en el sistema educativo como en los valores de la sociedad, por lo que muchas veces pasan desapercibidas, y sin darnos cuenta, en momentos críticos, no sabemos cómo actuar si no es en base a estas creencias, o muchas veces lo hacemos por miedo al qué dirán, por miedo a ser juzgados como ‘malos’, ya que para la sociedad creer en la religión o en la existencia de un dios externo a ti, automáticamente te hace pasar como ‘una persona buena’.

Incluso, hasta hoy en día, en muchos países muy conservadores en cuanto a la religión, los candidatos políticos, se hacen pasar por fieles creyentes para ganar la simpatía de la población, cuando en realidad su único objetivo es aprovecharse de esta ignorancia para llegar al poder y satisfacer sus necesidades personales, porque por supuesto, estos también ignoran su verdadera naturaleza creadora, entonces, creen que deben sacar a otros para que ellos puedan tener.

Recupera tu poder personal.

Es momento de parar estas creencias equivocadas acerca del ser humano y es momento de recordarnos a nosotros mismos cuál es nuestra verdadera naturaleza y nuestra verdadera capacidad, para luego con nuestro ejemplo recordar a los demás.

Somos más que un cuerpo físico, nuestra esencia inmortal está unida a la fuente creadora de vida, que no es ningún ser externo a nosotros ni mucho menos castigador. Nuestra esencia es pura, inocente, abundante y creadora de belleza, de cosas buenas, de salud, de prosperidad, de armonía y de paz, por lo que no debemos sentirnos culpables de nada, porque nunca cometimos ningún pecado, ya que el pecado como tal no existe.

La falta de consciencia es la responsable de lo que etiquetamos como ‘mal’ o ‘maldad’, por lo tanto, la ignorancia del ser humano sobre sí mismo y sobre su poder creador, es la responsable de tantos males, que no es lo mismo a lo que se conoce como ‘pecado’. El ser humano no es ‘pecador’, sino más bien inconsciente o con bajo nivel de consciencia. Entonces, nadie debe salvarnos de nada, nadie es nuestro salvador de nada, porque no hay nada de qué salvarnos. Tampoco hay ningún karma que pagar, porque al reconocer nuestra inocencia y nuestra soberanía por estar unidos a la fuente creadora, ya no tienes cuentas por saldar. Además, al reconocer que si hemos dañado a alguien fue por falta de consciencia o ignorancia, la culpa se disipa y el perdón a hacia sí mismo y hacia los demás se hace presente, al igual que la compasión.

Conclusión y recomendaciones finales.

Cuanto más conscientes seamos de nuestra verdadera naturaleza espiritual y que todos procedemos de la misma fuente de vida, que estamos unidos por esta energía de Amor, más pronto construiremos un mundo donde experimentemos paz, armonía y abundancia. Es momento de sembrar las semillas de consciencia, y, sin culpas, dejar atrás las viejas creencias religiosas de nuestros antepasados, para que el despertar espiritual y de la consciencia sea inminente, y por fin, toda la raza humana recuerde su verdadera procedencia de amor, de inocencia y de abundancia, y su maravillosa capacidad de crear.

Si deseas profundizar sobre este tema te recomiendo mis libros Memorias del Alma, Tu Vida desde el Amor y Activa tu Poder, puedes encontrar más información sobre estos libros en mi sitio web jazmingonzalez.com/libros.

¡Gracias por compartir este espacio conmigo y nos encontramos muy pronto! 

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