Transcripción del episodio #18 del Podcast Empoderamiento Consciente, por Jazmín González. Todos los derechos reservados.
Índice del artículo
Presentación del Episodio:
El Perdón Consciente o el Perdón Espiritual.
¡Hola! Mi nombre es Jazmín González y te doy la bienvenida a este espacio de Empoderamiento Consciente, en donde juntas reflexionamos sobre la Vida y sus diferentes elementos, desde una perspectiva más profunda, espiritual, consciente y empoderante.
En esta ocasión, quiero entregarte un extracto del programa Mujer: Recupera tu Poder Personal, en donde comparto la importancia del perdón, desde un entendimiento no religioso, para lograr recuperar tu poder personal.
El poder personal.
El poder personal es la capacidad que tienes para asumir la responsabilidad de tu vida al 100%, pero puede bloquearse o limitarse debido a múltiples factores, y uno de ellos es la falta de perdón.
En este extracto que compartiré contigo comprenderás por qué es tan importante que ofrezcas tu perdón, desde una perspectiva no religiosa, a ti misma y a otras personas, incluso a lugares y a situaciones con los que guardas algún tipo de resentimiento o dolor, para que vuelvas a recuperar tu poder personal. Espero que te sea de mucha utilidad:
Qué es el perdón desde la espiritualidad no dual.
El perdón, desde un punto de vista espiritual, es la toma de consciencia y el reconocimiento de la naturaleza inocente de cada persona, incluyendo la tuya y la de la otra persona u otras personas involucradas en el acto que fue motivo de ofensa.
El perdón es el acto de reconocer que cada persona tiene un nivel de consciencia diferente, y según este nivel de consciencia, ejerce su poder de decisión y de actuación, por lo que siempre, cada ser humano está haciendo lo mejor que puede y lo mejor que sabe en ese momento específico.
Qué es el nivel de consciencia en la persona.
El nivel de consciencia se entiende como la capacidad que tiene despierta la persona para recordar, reconocer y hacer uso de su naturaleza más elevada, es decir, la espiritual, además, hace referencia a cómo esta persona se relaciona con ella misma, con los demás y con la vida misma desde su naturaleza espiritual.
Desde esta conexión con su Ser más elevado, las personas toman decisiones y actúan, por lo que, cuanto más nivel de consciencia posean, sus palabras, acciones y decisiones en general reflejarán bienestar, paz y armonía para ellas y para todos los involucrados. Sin embargo, cuando el nivel de consciencia es bajo, sus palabras, acciones y demás decisiones reflejarán egoísmo, búsqueda del beneficio propio, venganza, deseo de hacer sufrir a la otra persona, falta de empatía, desconsideración, y cualquier acto que podría considerarse como ‘malo’.
En realidad, lo que a la persona impulsa que actúe de cierta manera que podría etiquetarse como mal o bien, es el nivel de consciencia. Un nivel de consciencia elevado, hace que la persona busque el bien común, mientras que un nivel de consciencia bajo, busca el beneficio propio exclusivamente, sin medir las consecuencias.
Los seres humanos en esencia son inocentes.
Desde el punto de vista espiritual, ninguna persona es buena o mala, sino que, todas, en esencia son inocentes, es decir, tomando en cuenta su origen espiritual y su conexión inseparable con la fuente creadora o la divinidad.
En otras palabras, ninguna persona hace algo que podría catalogarse como ‘mal’ porque así lo elige o lo desea, sino que, para esa persona, con su nivel de consciencia, era lo único y lo mejor que podría hacer según su propio entendimiento sobre la vida, sobre sí mismo y sobre los demás. Es como pedir a un niño de 1 año que lea un libro, simplemente no está aún dentro de sus capacidades desarrolladas. También así sería pedir a una persona con un bajo nivel de consciencia que realice ciertas cosas que no están dentro de su entendimiento espiritual.
Esto no significa que, si una persona comete un acto que es considerado por el sistema social en el que vivimos como ilegal, sea dispensada de su responsabilidad, sino todo lo contrario, cada persona es responsable de su vida y de sus actos.
El perdón religioso.
El perdón religioso se basa en la absolución de la culpa de la persona que se considera que ha cometido la falta. Es decir, en primera instancia se reconoce como culpable a la persona a quien se juzga como la agresora, mientras tanto, por otro lado, la persona que juzga dicha acción como agresión u ofensa, es etiquetada como víctima. En esta dinámica, existen víctimas y victimarios, culpables e inocentes, maldad y bondad, castigo y absolución.
Es por este motivo que, cuando se habla de perdonar a los demás, entendiendo el perdón en el sentido religioso, cuesta mucho trabajo realizarlo e inclusive pensar en dicha posibilidad, porque en él está permeado la creencia de que la víctima es la buena y la inocente, mientras que la agresora es la culpable y la malvada. Entonces, resulta muy difícil que la persona inocente y víctima haga pasar por alto las ofensas realizadas por el culpable y malvado. Es más, para animar a esta acción, el perdón es promovido como una especie de acto heroico y benévolo, digno de permitir a la persona que lo haga ingresar al cielo, ya que, por más que la víctima perdone, el culpable será castigado por dios en esta vida o en la otra vida. Así se entiende el perdón desde el punto de vista religioso.
La culpa y la espiritualidad no dual.
Muy por el contrario, para la espiritualidad no dual, la culpa no existe, sino la responsabilidad. Es decir, más allá de ser culpable, la persona es responsable de sus actos. La culpa implica un concepto religioso, como una sentencia que debe ser castigada por un acto de naturaleza malvada. Sin embargo, la responsabilidad asume y reconoce la capacidad del ser humano de hacerse cargo de los actos cometidos, sin etiquetar estas acciones como de naturaleza perversa, sino más bien, haciendo uso de la ley universal de causa y efecto, es decir, cada acto tiene su consecuencia.
Cuando comprendemos esta dinámica, la compasión se hace presente, y nos liberamos de la necesidad del castigo, tanto hacia nosotras mismas como hacia los demás, liberando a la otra persona de nosotras y liberándonos de ella a nosotras mismas.
Con este entendimiento, el perdón se vuelve un acto de compasión profundo, de respeto y de reconocimiento hacia una misma, ya que al ver inocente a la persona que habíamos considerado como culpable, también estamos reconociendo que nuestra naturaleza es de amor, ya que, en esencia, todos venimos de la misma fuente creadora de vida, o también llamada divinidad, que es Amor puro.
Ya no vemos a nadie como enemigos, como rivales o como verdugos, sino como almas que venimos a esta experiencia llamada ‘vida’ para ir desarrollando nuestro nivel de consciencia hasta recordar plenamente que nuestra naturaleza espiritual es de Amor y que todos somos uno porque procedemos de la misma fuente.
Comprendemos que cada alma tiene un proceso y nivel de consciencia diferente, sin despojarla de su responsabilidad por los actos cometidos, pero liberándola del peso del castigo que implica la culpa.
Conclusión y recomendaciones finales.
Aquí finaliza el extracto acerca de la importancia del perdón no religioso para recuperar tu poder personal.
Si quieres descubrir cómo reclamar, asumir y recuperar tu poder personal para transformarte en la reina de tu vida, te invito a que te unas al programa Mujer: Recupera tu Poder Personal. En este programa comparto contigo conceptos y herramientas del desarrollo personal y de la espiritualidad no dual para que tu transformación sea holística y sostenible en el tiempo. El programa contiene teoría reveladora y ejercicios energéticos, de mentalidad y de reprogramación muy sencillos de realizarlos y muy poderosos en cuanto a sus efectos. Encuentra más información en mi sitio web jazmingonzalez.com/cursos
¡Gracias por compartir este espacio conmigo y nos encontramos muy pronto!