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La conexiones humanas en la vida real siguen siendo imprescindibles.
Sí, necesitas amigos y amigas en la vida real; no bastan las amistades que crees tener en el mundo virtual.
Aunque la tecnología nos ha facilitado muchas cosas, incluyendo conocer personas de otras ciudades o países, las emociones, el contacto físico, las miradas y las experiencias compartidas son aspectos irremplazables de la conexión humana.
Nada que ocurra tras una pantalla tiene la misma fuerza ni el mismo impacto que lo que se vive cara a cara.
Las relaciones virtuales no reemplazan a las relaciones en persona.
Está bien que trabajes o estudies de manera remota. De hecho, es un privilegio para muchas personas. Pero no está bien para tu salud mental, emocional ni espiritual que evites las conexiones físicas con otros seres humanos. Tampoco lo es que bases tu vida social exclusivamente en interacciones virtuales. No importa cuántos mensajes envíes, likes recibas o videollamadas tengas: no es lo mismo.
Aceptar esto implica reconocer un punto incómodo: muchas veces, te refugias en las relaciones virtuales porque temes conectar con otro ser humano de verdad. Porque conectar de verdad implica ser visto, ser sentido, ser vulnerable. Y eso da miedo.
La importancia de sanar el miedo a la soledad.
No se trata de que la soledad sea mala. A veces, es valiosa e incluso necesaria, sobre todo si estás atravesando un proceso de introspección o sanación personal.
Otra cosa muy distinta es el aislamiento social que nace del miedo a sentirte herido, juzgado o expuesto. Eso no es autocuidado: es una defensa que termina alejándote de lo que más necesitas.
Que no te engañen y no te engañes: puedes tener miles de seguidores, responder chats todo el día o pasar horas hablando por videollamada y aún así sentirte solo.
Nada podrá reemplazar las conexiones humanas reales. Son necesarias. Y tu cuerpo, tu mente y tu alma lo saben.
Es posible manifestar buenos amigos.
Si tienes dificultad para hacer amistades buenas y sanas, no lo tomes como una condena, sino como una señal de que algo necesita atención, comprensión y trabajo.
Es posible aprender a vincularse de otra manera. Pero no renuncies a ello. Porque al final, todos necesitamos vínculos que podamos tocar, mirar a los ojos y sentir de cerca.
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