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El poder que tiene la mujer para influir en el hombre.
Un hombre sexista, machista y que denigra a la mujer por ser mujer puede hacerlo por varios motivos, pero uno de ellos es el gran complejo y temor que tiene ante el enorme poder de influencia que la mujer ejerce sobre él con sólo una mirada, una sonrisa y su sexualidad.
Esta influencia no es un arma, sino una expresión natural de la energía femenina. Una energía que, por su fuerza sutil y magnética, puede desestabilizar a quienes no han desarrollado una identidad sólida ni una autoestima saludable. El machismo, en muchos casos, es una defensa precaria ante esa vulnerabilidad interna que no quieren admitir.
El miedo de los hombres inconscientes al poder de la mujer.
Es incapaz de aceptar esta realidad y trata de protegerse con palabras y acciones que buscan disminuir a la mujer, cuando lo que debería hacer es inspirarse en esa energía femenina para superarse a sí mismo y convertirse en una mejor persona.
En vez de denigrar, desacreditar o controlar, el verdadero camino del crecimiento masculino está en reconocer que la admiración por lo femenino no lo debilita, sino que lo puede elevar. Un hombre consciente no teme el poder de la mujer, sino que lo honra y se responsabiliza por su propio crecimiento emocional y espiritual.
El problema no está en la mujer ni en su poder de seducción o sensibilidad. El problema radica en una masculinidad herida que intenta imponer autoridad a través del miedo, el control o la humillación. Estos hombres buscan invalidar a la mujer porque internamente se sienten desbordados por ella.
Y muchas veces, camuflan ese temor en discursos de «superioridad» o supuesta racionalidad, cuando en el fondo hay una batalla interna con su propia inseguridad.
La importancia de poner límites sanos para no caer en la manipulación.
Por eso es tan importante que como mujeres no nos dejemos manipular por este tipo de hombres. Su desprecio es solo un disfraz del miedo que les provoca nuestra autenticidad, nuestra voz, nuestra belleza, nuestro magnetismo natural.
No te dejes manipular por este tipo de hombres. No estás obligada a quedarte para explicar, justificarte o intentar ser «menos» para no intimidar. Tu luz no es el problema. Su sombra no es tu responsabilidad.
Mereces estar rodeada de hombres conscientes, capaces de admirar y acompañar sin querer controlar ni apagar tu esencia.
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